Ivelisse Villegas
Santo Domingo, RD
Miguel Santos (nombre ficticio) se bebió una sustancia tóxica para suicidarse, porque su novia lo abandonó. Cuando lo llevan al hospital le dan la atención médica necesaria y lo refieren al psiquiatra, pero la cita que le ponen es en dos meses y no tiene dinero para una consulta privada por su elevado costo. Y mientras tanto, el joven sufre y los amigos y familiares no tienen las herramientas para ayudarlo.
Este drama es común en el país y ver a personas interrumpir su vida de forma intencional en cualquier puente de la ciudad, o en la penumbra de su habitación, es un hecho que perdió la capacidad de asombro de las autoridades y la sociedad. Muchas veces, porque es un problema de salud pública descuidado, rodeado de mitos, estigmas y tabúes, explican la psicóloga Angelina Sosa y Julio Arturo Canario, presidente del Instituto de Salud Mental y Telepsicología (ISAMT).